Si has visitado el Parque Nacional de Corcovado en Costa Rica habrás leído un cartel a la entrada con “Recomendaciones en caso de que se encuentre un felino. Si aparece el felino siga estos pasos: guarde una distancia prudente y mírele a los ojos. Si se acerca: háblele con fuerza y levante los brazos, defiéndase y pelee si el animal le ataca, no corra ni le dé nunca la espalda…”
Viajar siempre tiene sus riesgos aunque no penetres en la selva. Los jóvenes hacen el Camino de Santiago y se van de acampada, muchos ejecutivos y trabajadores se desplazan por negocios, incluso, nuestros mayores disfrutan del descanso en la playa con las recetas de los medicamentos que toman a diario debajo del brazo.
¿Para qué un seguro de viaje?
Todas estas cosas suceden y las puedes prevenir. Lo mejor es que nos cuentes a dónde vas. Nosotros te decimos cómo protegerte. Un buen seguro de viajes supone un ahorro importante cuando ocurre algo. Podría indemnizarte por los gastos de: la asistencia médica, la repatriación sanitaria, los traslados a centros médicos, la localización de equipajes, incluso por la asistencia legal…
246 millones en anulaciones
La mayoría de las veces disfrutamos más imaginando el viaje y pensando lo estupendos que vamos a estar. Pero… para ahorrar tiempo y dinero, debes planificarlo bien.
Una vez has decidido el destino y asegurado los riesgos, compra los billetes de avión o tren con tiempo suficiente porque son más baratos. Busca opiniones sobre los hoteles que más te gustan para que aciertes en la elección. Localiza los lugares que deseas visitar y traza un itinerario. Documenta la cultura y tradiciones de la zona (ya sabes, “donde fueres haz lo que vieres”). Y calcula un presupuesto al que debes añadir un 10-15% extra. Con ese margen podrás satisfacer cualquier imprevisto sin que te duela.
¡Pásalo bien! Y… nos vemos a la vuelta.
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